24 septiembre 2016

Llora la Feliciad


Llorar...
Llorar de  emoción al sentirte completo, llorar por querer participar en el cambio y sentir que estás atrapado en una jaula de irrealidad, buscar la forma de poder huir, pero no conseguir ver nada a tu alrededor, porque la prisión en la que te encuentras está hecha de barrotes de cristal y camuflada bajo una irrealidad que te hace pensar que no hay nada más allá, llorar por asumir que no vas a  poder escapar jamás.  Llorar de soledad, llorar de rabia e incomprensión. Pero de repente, emocionarte al pensar que hay personas que te quieren ayudar, que piensan como tú y sentir que no estás solo en ese camino. Llorar por no saber expresar las palabras de gratitud  que se merecen toda esa gente que te encuentras en cualquier lugar y que como tú quieren construir un mundo mejor, en el cual no existan injusticias, un mundo de libertad, donde cada persona se pueda expresar y se les den la opción de ser, sin juzgar, sin opinar, sin mirar mal. Gente que simplemente escuche, entienda y empatice. Luchar contra las personas grises que ahogan tus sueños de esperanza y arremeter fuerte muy fuerte contra las opiniones contrariadas y vacías de un universo cuadriculado, que nos implantado y en el que nos obligan a vivir, con la cabeza agachada.
Llorar por querer pintar de libertad el suelo que pisas, y que otras personas intenten borrar el dibujo de esperanza que tanto te costó crear, tapándolo con  colores de amargura y conformismo , que hacen que te  pierdas en ti mismo, obligándote a sentir que no hay más opción a la sumisión.
Llorar al sentir que por fin entiendes lo que es la felicidad.
Llorar.
Llorar no es malo, solo es otra de expresarse.

Llorar...